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lunes, 12 de abril de 2010

¡REPARTIR NO ES FÁCIL!



El día de mi cumpleaños, ¿sería justo que yo tuviera el mismo trozo de tarta que todo el mundo? Como es mi cumpleaños, quizá sería más justo que yo tuviera una parte mayor que la de los demás. Pero mis mejores amigos también tienen que recibir más, puesto que yo les quiero más. Y los pequeños deben comer porciones menores, puesto que su estómago es más pequeño. Y los que nohan comido nada desde hace tres horas deberían recibir más que los que han comido hace una hora. ¡Buf! Esto de repartir se está haciendo muy complicado. Al final, lo más sencillo es decidir que todos reciban partes exactamente iguales.




Es fácil y rápido, y así se acaban los problemas. Si no. las discusiones serían interminables. Esta es una justicia muy práctica: lo mismo para todos.


Pero, en realidad, ¡nada funciona así! ¿Acaso una maestra de primaria gana lo mismo que el portero de la selección española? No. El portero gana unas cien veces más que ella. Pero la maestra tiene un trabajo importante, enseña cosas a los niños, cosas qie les servirán durante toda su vida. En cuanto al portero de la selección, ¡se limita a parar balones! ¿acaso todos los niños se van de vacaciones a la playa de verano? No. Muchos niños no han visto nunca el mar, mientras que otros van todos los años.




¿Acaso todas las personas tienen lo necesario para comer? No. Hay millones de personas que comen cuanto quieren, incluso demasiado, mientras que muchos más seres humanos no tiene qué comer y llegan a morir de hambre. Entonces ¿qué ocurre? ¿qué pasa con el reparto?


El reparto en partes iguales parece funcionar con historias como la del roscón de Reyes o la tarta de cumpleaños, pero en el resto de los casos ¡no funciona en absoluto!

viernes, 2 de abril de 2010

AXÓLOTL El ajolote

Este texto se basa en una leyenda náhuatl sobre el origen de ese extraño animalito mexicano, parecido a renacuajo y rana adulta, que maravilla por su rareza y que según los aztecas es un dios escondido en el agua.

Leamos esta leyenda para conocer más sobre nuestros antepasados.

El ajolote no nació de la nada. Y aunque para cualquier hijo de vecino no tiene perfil griego ni es lo que se dice guapo ni apetecible, en la época precolombina los indígenas nahuas lo consideran un verdadero manjar, un platillo de los dioses. Para entender por qué se come hay que volver al origen del mito de creación del Sol y la Luna, acaecido en Teotihuacan, que literalmente quiere decir "El lugar de los poseedores de los dioses", uno de los lugares más sagrados para los nahuas, el gran templo-ciudad divina (hoy San Juan teotihuacán, cerca de Otumba). En Teotihuacan fue creado el quinto sol, la era en la que vivimos actualmente y que, según la cosmovisión nahua, desaparecerá a causa de temblores.

Así en el principio de esa era, cuando todavía no había nada, ni tiempo, el día estaba en la más absoluta oscuridad, en el país de las tinieblas. Entonces se reunieron de los dioses, dueños del movimiento, y en Teotihuacan se dijeron:
"¿Quién creará la luz, quién alumbrará el mundo?"

Tecuciztécatl, "El dios precioso, adornado y pretencioso", divinidad muy rica que todo lo que ofrendaba era precioso, divinidad muy rica que todo lo que ofrendaba era precioso, como las plumas de quetzal, se adelantó y dijo:
"Yo me haré cargo".

E inmediatamente los dioses se preguntaron:
"¿Quién será el otro?"

Reinaba el más absoluto silencio. Ningún otro dios se atrevía a ofrecerse como voluntario. Todos temían sacrificarse. No osaban más que mirarse entre sí. Sobraban excusas para no ser elegido Entonces los dioses se acordaron de Nanahuatzin, "El dios buboso, sarnoso", un dios muy retraído que no hablaba. Entonces le solicitaron que él fuera el que alumbrara. Nanahuatzin aceptó de buena gana y sin vacilación: "Obedeceré lo que me han mandado", dijo.

Y entonces se dispuso una enorme hoguera en el lugar llamado Teotexcalli, "La casa del peñasco de los dioses", lugar considerado como "El hogar de lo divino".
Durante cuatro días (o si se quiere mejor noches) hicieron penitencia en unos montes llamados Tzaqualli que quiere decir algo como "El lugar del encierro".

Mientras Nanahuatzin ofrendaba espinas de maguey con su sangre, cañas verdes atadas de tres en tres y bolitas de heno, Tecuciztécatl ofrecía espinas hechas de piedras preciosas, de coral colorado en vez de sangre, plumas de quetal y pelotas de oro, deleitando al olfato con el mejor copal. En vez de copal Nanahuatzin quemaba las costras de sus bubas.

Y al final de la pertinencia comenzaron a adornar a Nanahuatzin y Tecuciztécatl; al uno lo ataviaron con plumas preciosas de Aztacómitl, al otro le tocaron la cabeza con un Maxtli de papel.

Y con todos alrededor, en el Teotexcalli ardió el fuego por cuatro noches. Acto seguido los dioses se colocaron de pie en dos filas al lado de la hoguera, listos para presenciar el espectáculo. Nanahuatzin y Tecuciztécatl se situaron frente al fuego, en medio de los demás dioses. Y entonces estos últimos ordenaron:
"¡Venga tecuciztécatl!
¡Entra al fuego!"

Aunque acometió contra la enorme pira, le ganó el miedo y dio marcha atrás. Volvió a intentarlo, hasta cuatro veces, el límite permitido por los propios dioses... Entonces se volvieron hacia Nanahuatzin y le dijeron:
"¡Venga Nanahuatzin!
¡Entra al fuego!"

Cerró los ojos, e inmediatamente se lanzó a la hoguera. Comenzó a crujir en el fuego, y fue cuando Tecuciztécatl también se arrojó. en ese momento un águila pasó tan cerca que dicen que por eso las águilas tienen las plumas color negro.
También pasó un tigre, y como éste no se quemó, sólo se chamuscó un poco, fue así como quedó medio manchado.

Y entonces los dioses esperaban que saliera Nanahuatzin. De repente todo se puso colorado, como si en todos lados estuviera amaneciendo. Y los dioses se hincaron para ver aparecer a Nanahuatzin ya como astro luz. No se sabía por dónde saldría, porque por todas partes había luz. Entonces ciertos dioses como Quetzalcoátl, "La serpiente emplumada", miraron al oriente y dijeron:
"Por aquí ha de salir el sol".
Y así fue. De tal manera resplandecía Nanahuatzin que nadie lo podía mirar. Después de él y en el mismo lugar apareció Tecuciztécatl. Y los dioses se preguntaron:

"¿Acaso está bien que vayan los dos a la par?"
"¡No!"
Se contestaron.
Y entonces uno de los dioses golpeó con un conejo a Tecuciztécatl, con lo que le suprimió el resplandor, quedando la como está ahora.
Y después de un rato que el sol y la luna habían aparecido, los dioses se dieron cuenta de que permanecían inmóviles, por lo que dijeron:

"¿Cómo podremos vivir con un sol sin movimiento?"
"Sacrifiquémonos y hagamos que resucite con movimiento por nuestra muerte." Y entonces
Echécatl, dios del viento, se encargó de matar a los dioses.
Y la historia dice que hubo un dios, Xólotl, el "precioso", gemelo de Quetzalcoátl, que se rehusaba a morir. En ese momento, Xólotl dijo:
"Oh dioses, ¡que no muera yo!"
Y lloraba tanto este dios, que se hincharon los ojos. Y al llegar Ehécatl a matarlo, Xólotl salió despavorido.
Huyó hacia las milpas donde se escondió entre los maizales. Ahí se convirtió en el pie de maíz que tiene dos tallos, que los campesinos llaman xólotl.
Y cuando de nuevo descubrió el viento echó a correr y se escondió entre los magueyes, convirtiéndose en lo que se conoce como mexólotl, "maguey de dos cuerpos"; de nuevo fue descubierto, volviendo a huir...
... para finalmete sumergirse en el agua, convirtiéndose en axólotl, el ajolote, donde fue capturado y muerto para consagrarse para siempre como uno de los manjares predilectos de los príncipes aztecas.
¿Ahora querrás probarlo?