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sábado, 26 de junio de 2010

LA BRUJA QUE QUERÍA SER PRINCESA

Bella era una bruja que no quería ser bruja. Quería ser una princesa, vivir en un gran castillo, usar vestidos de seda, delicadas zapatillas de cristal y una corona de joyas.


Pero Bella era una bruja. Vivía en una casita llena de telarañas y vestía una larga capa negra, unos enormes zapatos puntiagudos y un gran sombrero negro y sin joyas.


Cualquiera pensaría que una bruja que se graduó como la mejor de su clase en la Escuela de Brujas podría transformarse en algo sencillo y simple. Por ejemplo, en una princesa. Pero Bella no podía hacerlo.


Podía transformar a los murciélagos en ratas y a las ratas en gatos (así consigió a su gato favorito, Pesadilla), pero no podía transformarse en princesa.


Cada vez que lo intentaba, su varita se desmayaba o chisporroteaba. Una vez hasta hipo le dio.
Bella estaba confundida. Revisó su libro Mil y un hechizos encantamientos infalibles para asegurarse de que no había olvidado algo. Todo estaba en orden.


Luego consultó su computadora. (Ya casi ninguna bruja usaba bola de cristal.)

Después de una larga búsqueda, apareció un mensaje que decía:


Debido a la gran disminución del número de brujas, el Gran Hechicero las ha declarado especie en peligro de extinción. ¡Ninguna bruja (ni siquiera tú Bella) podrá transformarse en nada! Mucho menos en princesa. ¡Eso es definitivo! Que tengas un buen día. :)


- ¡Maldición! ¡Por los ojos de un ratón!- dijo Bella-. Ahora sólo podré convertirme en princesa si me caso con un príncipe. Sí, con un hermoso príncipe, uno que no sea feo.
¡Espero que no hayamos transformado a todos los príncipes en sapos!



Por su parte, todavía quedaban algunos por ahí.

Depués de buscar algunas semanas en los anuncios personales del periódico, encontró uno que le pareció prometedor:


HERMOSO PRÍNCIPE...heredero al trono de Stein... busca casarse con hermosa doncella de buena familia. Entrevistas hoy entre una y tres. Sala principal del trono, en el Castillo de Stein.
Bella leyó el anuncio nuevamente.
- Que busque a alguien "de buena familia" no es problema- dijo. Su abuelo había sido un Gran Hechicero.


Y su abuela había sido la primera bruja-doctora.


- Pero eso de "hermosa doncella" podría ser un problema... - pensó


Bella pensaba que la gran verruga que tenía en la nariz la hacía parecer más hermos de lo que ya era.
Pero también pensó que un hermoso príncipe podría pensar diferente. Estaba prepara, en caso necesario, para desaparecer la verruga con una gota de la súper porción #13 Quita verrugas. Decidió que antes de hacer algo tan drástico lo consultaría con su espejo mágico.


Bella murmuró:
- Espejito, espejito, mírame bien ¿Crees que tu ama hermosa es?
- La belleza estará en los ojos de quien te mire, ama. - dijo el espejo.


Bella asintió con la cabeza.
- Estoy de acuerdo-dijo, admirando su reflejo-.
Y como mis ojos me ven hermosa, ¡hermosa soy! ¡La verruga se queda! Qué bueno, porque le tengo mucho cariño. Gracias espejo mágico.


- Fue un placer, sabia ama- contestó el espejo.


El tráfico aérep y los fuertes vientos retrasaron la llegada de Bella. Cuando llegó al techo del castillo eran ya más de las 3:00.


- ¡Maldición! ¡De escarabajo una poción! ¡Espero no haber llegado demasiado tarde!- dijo, empujando a los sirvientes que se movían de un lado a otro, muy ocupados.


Ya era muy tarde.

La puerta de la sala principal del trono estaba cerrada con llave. Por más que empujó, no pudo abrirla. No sabía qué hacer, hasta que se asomó por el ojo de la cerradura.


El hermoso prícipe estaba entrevistando a la última de las hermosas doncellas. Aún no era muy tarde... si lograba entrar. Pero, ¿cómo entraría?


Entonces vio que había una ventana abierta. Chocó sus zapatos puntiagudos tres veces y un pequeño cohete salió de cada tacón. Bella murmuró:
- Zapatitos, zapatitos, despeguen ya. Llévenme rápido a la ventana de allá.


Pero Bella iba tan rápido que cuando llegó a la ventana abierta se resbaló y se cayó, dando volteretas. ¡Pum! ¡Cuas! y se desplomó a los pies del hermoso príncipe.
- ¡ Que inteligente entrar por la ventana, hermosa doncella! Soy el príncipe Franklin de Stein - dijo el príncipe, inclinándose hacia ella.
- Y yo soy la bruja Bella- contestó ella, satisfecha de que el hermoso príncipe la considerara inteligente y hermosa.


Cuando el Príncipe Franklin le ayudó a levantarse... sus ojos se encontraron.
Salieron chispas y centellas.
¡Fue amor a primera vista!


El Príncipe Franklin no pudo quitar los ojos de Bella. Sabía que estaban hechos el uno para el otro. Se aarrodilló y le pidió a Bella que se casara con él. Bella no podía quitar los ojos del Príncipe Franklin. Ella también sabía que estaban hechos el uno para el otro.


- Sí, acepto- dijo Bella. Y le dio si mano al Príncipe Frnaklin.



Todos los habitantes del reino fueron invitados a la boda y ninguno faltó. Hubo un gran banquete y la sala del trono estaba repleta de gente. Pero el Príncipe Franklin y la Princesa Bella ni cuenta se dieron. Sólo tenía ojos el uno para el otro.


- ¡Eres tan hermosa, mi bella princesa!- dijo el Príncipe de Franklin, mirando a su esposa.
- ¡Y tú eres tan guapo, mi hermoso príncipe! - dijo la Princesa Bella, mirando a su esposo.


Y así termina la historia de cómo Bella, la bruja, se convirtió en princesa.

Autor: Lois G. Grambling